Los discos de freno son los encargados de crear la fricción necesaria para detener la rotación o el avance de las ruedas.
Estos elementos de seguridad son dispositivos que garantizan la reducción de la velocidad de cada rueda hasta que se detenga totalmente. Esto es gracias a la fricción que se crea cuando los frenos atrapan el disco al pisar el pedal.
Los discos de freno no se suelen gastar muy rápido ya que estamos hablando de elementos de seguridad fabricados en metal, al contrario que las pastillas de freno, que se fabrican con un componente de fricción. De modo que lo que vayan a durar los discos de freno dependerá del uso y el cuidado que se le aplique al conjunto del sistema de frenado. Por eso les recomendamos que, cada vez que hagamos un cambio de pastillas, comprobar el estado de los discos.
Tipos de discos de freno
Dependiendo del vehículo (su tamaño, peso o potencia) será necesario un tipo de discos de freno u otro. Tenemos discos de freno sólidos, que son los más habituales, y discos de freno ventilados. Estos últimos suelen ser más comunes en vehículos de mayor cilindrada y potencia que necesiten una evacuación del calor mayor.
¿Cuándo debemos cambiar los discos de freno?
Como hemos dicho, el desgaste depende de su uso. Podemos detectar que el disco no está en condiciones óptimas gracias al grosor, presencia de fisuras, roturas, rayados o curvaturas. Para poder guiarnos por el grosor es necesario consultar la ficha descriptiva del disco en la cual aparecen los límites de grosor especificados por el fabricante. Si estos límites se han pasado, sin duda es hora de cambiar los discos.
Se recomienda respetar el tipo de discos que venga de fábrica en nuestro vehículo y cambiar también las pastillas cuando hagamos un cambio de discos.
También recomendamos nunca sustituir los discos por unos de segunda mano. Como ya sabemos, los discos son elementos de seguridad importantísimos en nuestro vehículo con lo que estos deben ser siempre nuevos.